“No hago música para copiarle a nadie”
“Lo que hago, lo hago con el corazón”, dice este músico cubano que encontró nuevos sonidos en Perú, pero sobre todo se resiste a encontrarle fronteras estilísticas a lo que hace. Y que no duda en resaltar el sabor agridulce de algunas de sus canciones.
Amor a primera vista. Las pupilas del hijo de la Virgen de la Caridad del Cobre se enamoran de un gran instrumento. Aún no puede nombrar esa agitación de los sentidos. Pero la presiente: volará muy alto. El niño está por cumplir cinco años; es octubre de 1987, en La Habana. “Cuando lo bajaron de un camión, me quedé pensando: ¿Qué cosa será eso? Y lo oí sonar y supe que iba a ser pianista. Todavía me acuerdo de ese momento”, cuenta Bárbaro Fines a Página/12, con la emoción pestañeando suavecito, ahora que tiene 31 años y está a punto de tocar por primera vez en Buenos Aires, hoy a las 22 en Groove (Santa Fe 4389), con su orquesta cubano-peruana Mayimbe, palabra legado de los negros africanos que significa “ave mensajera de Dios”. Los primeros pasos los dio solito, apretando con ímpetu las teclas y entrenando el oído. Su abuela y sus padres empezaron a preocuparse porque quería tocar el piano todos los santos días. Lejos de ahuyentar esos espíritus musicales que todavía lo poseen, decidieron ponerle una profesora particular hasta que cumplió siete años y pudo ingresar a la escuela Alejandro García Caturla, donde se graduó en piano básico. Siguió estudiando, el nivel medio y superior en el conservatorio Guillermo Tomás, y participó en varias agrupaciones de música popular cubana como Bakuleye, Pedro Pablo y la Rebambaramba, Isaac Delgado y Paulito F. G. y Su Elite, entre otras.
Barbarito, como lo suelen llamar sus amigos, es una especie de “sobrino” adoptivo de Manolito Simonet y ahijado de Juan Formell. Hace casi cinco años que vive en Lima, donde formó Mayimbe, orquesta de música cubana integrada por músicos cubanos y peruanos que cumple cuatro años y cuenta con dos discos: De La Habana a Perú y Mensajeros de Dios.
–“No me parezco a Van Van ni mucho menos a La Charanga (Habanera)”, se afirma en una canción. ¿Cómo define la identidad musical de Mayimbe?
–Ni yo mismo lo sé, tengo que ser sincero. Lo que hago, lo hago con el corazón. Tengo muchas vertientes del son; a veces mi música se torna son, timba, cambia a songo. Todavía estoy inmaduro para hablar de identidad. Tienen que pasar unos años más para darme cuenta de lo que estoy haciendo. Pero la base es el songo y conjugo mucho por ahí. Yo estoy creando y descubriendo muchos sonidos, muchas formas que no se pueden explicar porque están asociadas a los sentimientos. Me gusta que la música no se parezca, mezclar y mezclar… Puede ser que me pase como a un pintor. El pintor moja su pincel en la acuarela, entonces empieza a pintar y aparecen cosas. Así me pasa a mí.
–Una cuestión que se percibe en varios temas de Mayimbe es la idea de tener sonidos y letras propias, no copiar a otras orquestas. ¿Cómo explica esta especie de declaración de principios?
–Me gusta ser original, estudié música para hacer música y no para copiarle música a nadie. Yo he tenido algunos problemas con personas que han intentado ultrajar mis arreglos y canciones. En el Perú no se respetan los derechos de autor; acá, a Buenos Aires, han venido dos grupos que se han hecho pasar por Mayimbe. Entonces trato de hacerle saber a la gente que éstas son mis canciones, independientemente de que toda mi obra está registrada. Cuando llegué a la comunidad peruana, no existía un grupo con identidad propia que tocara música propia, un compositor de todas las canciones. Siempre se usaba ejecutar canciones de la Van-Van, Manolito Simonet, La Charanga, Oscar de León, Marc Anthony. Yo soy arreglista, compositor, y quiero enseñarle al mundo mi música. Por eso señalo en mis canciones la idea de querer ser original, que esas canciones son mías, aunque no me gusta decirlo así. Los dueños de los locales no querían contratarme al principio porque se especulaba que la orquesta no iba a lograr su objetivo y querían que tocara música de otra gente. Como no podíamos tocar en las discotecas, nos fuimos a los barrios de Lima y tocamos en las calles. Mayimbe es del pueblo, de la gente. Para los peruanos, somos peruanos. Para los cubanos, somos cubanos. Mayimbe es peruano porque lo hice en Perú, es un derecho que se han ganado los peruanos. Y yo estoy muy agradecido.
–En la canción “De La Habana a Perú” hay una parte en la que dice “ya no me gustan las cubanas, ahora me gustan las peruanas”… Serán muy lindas las peruanas, pero las cubanas, que son bellísimas, deben estar un poco molestas, ¿no?
–No sé ni por qué lo hice (risas). Que me perdonen las cubanas que son tan lindas. Metí la pata. Las cubanas me escribían al Facebook: “Tú eres un sinvergüenza, ¿cómo vas a decir que no te gustamos más?…” Pero he corregido la canción y ahora la cantamos: “Me gustan las cubanas y ahora también las peruanas…” La primera vez que estuvimos en Europa nos preguntaban: ¿Quién escribió esa canción “contra” las cubanas? ¡¡Ustedes están locos!!
–¿Qué influencias musicales reconoce?
–Nunca voy a olvidar que desde niño me crié al lado de César “Pupy” Pedroso. Cuando él podía, me llevaba a los ensayos de los Van Van. Y ahí aprendí muchas cosas. Otra persona que siempre estuvo conmigo es Manolito Simonet, que es casi familia mía, porque es padrino de una de mis primas. Ellos me enseñaron muchas cosas importantes de la música cubana que siempre las voy a tener presentes porque mantienen viva la cultura cubana.
–¿Y Juan Formell?
–(Se emociona.) Dos días antes de su muerte, estábamos en La Habana y habíamos hablado: “Papá, ¿cómo está?…” “Ah m’hijito aquí, ya tú sabes…” Me dijo: “El sábado vamos a tocar juntos”, en El Sauce. No pensé que se iba a morir… tenía tremendas ganas de verlo. Con Formell nacieron muchas cosas; el trabajo de los Van Van, por lo menos para mí que soy uno de los tantos jóvenes músicos cubanos, es una enseñanza. El legado de Van Van es la misma música cubana viva. Posiblemente muchos músicos no sepan cuántas cosas sabía ese señor de la música. Y ya no está… Dios se lo llevó.
–Algo que llama la atención en Mayimbe es que la alegría y la tristeza están como eclosionando en una misma canción.
–Le voy a hacer una pregunta, ¿cómo llegó a esa conclusión?
–Escuchando la música y las letras en continuo. De “La Habana a Perú” es un tema que se suele bailar mucho, suena “alegre” pero tiene una profunda melancolía…
–Es verdad, es lo que siento cuando estoy componiendo. A eso lo llamo “agridulce”. Lo que más me impresiona es que me haya hablado de eso, es la primera vez que me lo dicen. Es una cosa personal y le puse “agridulce” para que me puedan entender en mi grupo. Por ejemplo, tú escuchas “Acuérdate” y es una cosa dulce y triste, pero cuando entra la música es lo más fuerte del mundo y te llevo y te llevo arriba… Ojalá en un tiempo todo esto que vengo descubriendo pueda engranarlo mejor y hablarlo con más profundidad.