Con la misma esencia (por Juan José Santillán)
Samuel Formell, de Los Van Van.El hijo del fundador de la legendaria orquesta cubana habla del legado de su padre y de la evolución del grupo.
En Yo no le temo a la vida, reciente video de los Van Van, ´El tren´ de la salsa, que lleva 45 años ininterrumpidos de música, no sólo parodió a la película Memorias del subdesarrollo de Tomás Gutiérrez Alea, clásico del cine producido en la Isla tras la Revolución. Ese video también fue una de las despedidas de Juan Formell, bajista, compositor y fundador de la orquesta. Fallecido en mayo del año pasado, Formell dejó un gran hueco en la música de su país. Y en su propia orquesta. En las imágenes, se lo ve a Formell maniobrando un telescopio, muy etéreo, hasta que enfoca a una negrona de la Habana Vieja, que dispara el principio combativo de la femineidad en la isla, de Mariana Grajales para acá: “¿Tenerle miedo a la vida? ¡Qué va, si soy cubana!”
Después de la partida de su líder, Los Van Van siguen girando sin temores. Mañana, liderados por Samuel Formell, hijo de Juan, percusionista y compositor, se presentan en el Luna Park. “Hace casi nueve años que nosotros estábamos viajando prácticamente sin mi padre, porque él había decidido tomarse un descanso para hacer música, y dejó en mí la dirección. Con 70 años, él era diabético, y las giras que hacemos por Europa, por ejemplo, son de treinta o cuarenta conciertos y vivíamos en una guagua (micro) de aquí para allá. Algo realmente imposible para él.”
Samuel Formell se crió escuchando la época de oro de esta orquesta surgida al ras de la campaña de zafra promovida por Fidel, en los ‘70. Aquella de los diez millones de toneladas, que movilizó al pueblo. La gráfica de la época anunciaba “y van una; y van dos” en rutas, caminos, pueblos, ciudades. Finalmente los cubanos no llegaron, pero les quedó esta orquesta con el azúcar para un coma diabético.
A los quince años, Samuel fue convocado por Changuito, el histórico percusionista de los Van Van, para tocar en vivo Sandunguera, un clásico inoxidable. Se sabe que en este tipo de ritmos, el bajo y la percusión son la columna vertebral de la orquesta. Y en Cuba, tierra donde reina el tambor Batá, evocador de Santos y pulso vital yoruba, la percusión no es para cualquiera. Samuel pasó la prueba, y al tiempo, Changuito, dejó la formación.
“Acabamos de hacer el mayor reto para nosotros, una producción después de la muerte de mi padre: el disco La fantasía. Mi padre componía en guitarra, y todos los arreglos los hacía en piano y en guitarra. Nos quedaron influencias suyas; indudablemente las tengo. Por un lado, a él siempre le gustó evolucionar dentro de la música cubana. No se quedó en un mismo lugar, sino que investigó ritmos. Nuestro interés es mantener la evolución musical del grupo. Creo que a la esencia armónica de mi padre, la heredé. Aunque él de todo sacaba una canción; era un poeta.”
Hoy, Los Van Van intentan generar otro diálogo con la realidad sonora de la isla: “Que la orquesta esté hoy integrada por muchos jóvenes, hace mas fácil reflejar los intereses de la juventud en el repertorio que vamos creando.”
Será, entonces, un buen desafío escuchar cómo esta renovación dialoga con la marca registrada de los Van Van. De Anda ven y quiéreme,Ampárame, protégeme, al nuevo tracklist de La Fantasía. Los pistones de la “maquinaria de la música cubana” quieren seguir generando aportes al sabrosonismo cubano, esa condición humana- filosófica-religiosa, (actitud ante la vida, bah) que oxigenó los peores momentos del avatar marxista caribeño y soportó décadas de opresión ejercida por el imperio.
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